2011-07-25•Acentos
Suponga —lectora-lector— que usted es un empresario (o empresaria) acapulqueño(a). O bien, que ahí radica. Asuma que compra parte de su mercancía en Guerrero, a productores que viven en las sierras de la entidad y que el resto de su material lo importa.
Haga de cuenta que usted usa millones de dólares para obtener esos productos y que en su giro requiere de cientos de trabajadores que los transportan y expenden en tienditas, esquinas, playas, bares, antros y hoteles. Considere que sus consumidores son adolescentes, jóvenes y adultos locales, pero sobre todo, visitantes de diferentes lugares de la República (sobre todo del Distrito Federal), así como del extranjero: de Estados Unidos y Canadá que consumen sus mercancías casi siempre por la noche.
Ahora piense que usted tiene un competidor que vende los mismos productos y… deciden pelearse despiadadamente por el mercado. Primero mandan a golpear a empleados del otro. Después secuestran y extorsionan. Enseguida matan, ejecutan a gente de la competencia. Torturan. Decapitan. Intentan aterrorizar.
Pero ustedes, acostumbrados monstruosamente a la sangre, no se inmutan, sino que cada vez más, con absoluta impunidad —gracias a la complicidad o ineptitud de autoridades locales, estatales y federales—, son más violentos. Nadie cede. Incluso pierden el control de subordinados que crean microempresas amateurs. Y así se la pasan, mes a mes, año con año: bañando de sangre Acapulco. No tanto sus zonas turísticas (aunque de cuando en cuando protagonizan balaceras y ejecuciones en la bahía de Santa Lucía), pero sí sus enormes áreas circundantes.
Y bueno, con semejante estulticia empresarial, lo único que logran usted y su competidor es… ahuyentar a su mercado. El 50% de los acapulqueños ya no sale de noche (INEGI) y la vida nocturna cae hasta 80% (Asociación de Restaurantes, Bares y Discotecas), porque, aunque la ocupación hotelera es aceptable (60-70%), los turistas tampoco hacen vida nocturna, y quienes tienen casas o departamentos de fin de semana, igual. En síntesis, ustedes ya no tienen a quien vender sus cosas porque… ¡están liquidando su propio mercado! Y de paso, perjudican a los verdaderos empresarios (los recortes laborales son de 40%, según los restauranteros y antreros), quienes, desesperados y desamparados, intentan salvar a Acapulco de su violencia, secuestros y extorsiones.
La verdad es que usted —lectora-lector— no tiene ni la menor idea de los business, aunque lo suyo, las drogas, no sea un negocio, sino algo ilícito, criminal. Como empresario amoral que es, resulta un improvisado y suicida clavadista de La Quebrada, un comerciante muy estólido: usted es el más patético ejemplo del narcolumpen nacional y sus consecuencias.
Ande, siga jodiendo Acapulco, y de paso, ejecútese comercialmente…
twitter.com/@jpbecerraacosta
Usted, narcolumpen, mata Acapulco… | Ediciones Impresas Milenio
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