ACAPULCO, GRO.- La violenta disputa de la plaza por parte de grupos del crimen organizado cambió el rostro de esta ciudad: su tradicional vida nocturna cedió el paso a las calles vacías; sus habitantes atraviesan episodios de psicosis colectiva y ya se ha generalizado la extorsión a negocios con el conocido pago del “derecho de piso”.
Entrevistado por Proceso el miércoles 15, el presidente municipal interino de Acapulco, José Luis Ávila, atribuye los crímenes a “rencillas entre grupos”; de las víctimas dice que “en 99% de los casos son gente desconocida” que no está vinculada al sector turístico, del que, puntualiza, “depende 75% de los ingresos estatales”.
Desde diciembre de 2009, tras la muerte de Arturo Beltrán Leyva, tres grupos se pelean por el puerto y las zonas que lo rodean y que abarcan prácticamente toda la bahía de Acapulco, alguna vez considerada la joya del Pacífico mexicano.
Uno es el de Héctor Beltrán Leyva, El H, cabeza del cártel del Pacífico Sur; otro lo forman los restos del de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie –detenido el 30 de agosto– cuyo sucesor y suegro Carlos Montemayor, El Charro, El Compadre o El Norteño, fue capturado el 24 de noviembre; el tercero es una escisión de este último que se hace llamar “cártel independiente de Acapulco”, integrado por operadores y sicarios guerrerenses.
Este es un adelanto del número 1781 de la revista Proceso, ya en circulación.
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