Cuando me aventuré a buscar la dirigencia del PRI estatal, sin tener
otro apoyo más que un puñado de amigos jóvenes, insurrectos,
sediciosos y alegremente revolucionarios, que nos gustaba enmarcar
nuestras conversaciones con análisis vagos que se quedaban en
servilletas de restaurantes, tuve la oportunidad de conocer a Don
Carlos Ortiz.
Con él compartí mis reflexiones de cambiar el PRI desde adentro, de
modificar su quehacer político, de abrir el partido a nuevas opiniones
para ir a un debate estatal sobre la dirección y rumbo que debería de
tomar en los próximos años, de lograr capturar la atención de los
jóvenes, de que observaran al partido como un instituto de
oportunidades, de hacer el entreveramiento generacional, de hacer de
la política no un juego perverso de inquisición sino de sumar, de
multiplicar, de ganar; de no apartar la mirada del objetivo: trabajar
en la reestructuración para aspirar a ganar el espacio público; un
partido donde se respeten sus estatutos, su legalidad, para conducir
con precisión el conflicto natural de intereses; un partido que pueda
ganar elecciones sin ayuda del gobierno; un partido donde las mujeres
se ganen con su trabajo y esfuerzo propio la representatividad
popular, no como concesión graciosa o privilegio sino producto de su
labor con la militancia y la sociedad; un partido con sus sectores
sólidos pero también más cerca de los ciudadanos, un partido que hable
más hacia afuera que hacia dentro. Esta y mil cosas más las
compartimos.
Recuerdo que me escuchaba en silencio, a veces repetía las últimas
frases de la oración que pronunciaba para demostrar estar de acuerdo y
aspiraba el cigarro con suaves bocanadas, como conociendo a su asesino
y conviviendo en mansa tristeza con el dentro de su cuerpo.
Cuando algún argumento lo sorprendía hacía más grandes sus ojos y
movía con rapidez sus manos menudas, pequeñas, encallecidas las yemas
por el repiqueteo de las máquinas, asentaba con su cabeza o sonreía a
carcajada pura para celebrar el ingenio de alguna frase.
No era alto, pero cuando te daba una palabra de aliento era un
gigante, sus brazos pequeños se extendían amorosamente en un abrazo de
despedida y con uno se quedaba la sensación de tranquilidad, del amigo
que siempre estará ahí, sin moverse.
Pude imaginarme a aquél hombre que vivió sus mejores años de
periodista detrás de un cigarro, una taza de café y una máquina
delante de él. La agudeza de su mirada que puedo capturar en las duras
noches del puerto, la criminalidad, la degradación del ser humano en
cada una de los motivos del crimen: el odio, los celos, la ambición
del dinero o del poder, el ego. Profundo conocedor del alma humana
callaba cuando conocía a alguien, "lo medía", y después, si lo
ameritaba su interlocutor, se entregaba generoso en el consejo o el
análisis.
Para Don Carlos, el honor, el coraje y la vergüenza significaban un
asunto relevante. De carácter apasionado, explotaba a la menor
provocación de algo que no le parecía, agitaba las manos, subía los
hombros, daba vueltas sobre su propio eje y se ponía al final las
manos en la cadera en señal de reto. Al final sonreía.
Don Carlos fue una escuela. Ayudó a muchos a formarse en el periodismo
de principios, elevó su profesión a los mejores niveles y supo llevar
su decencia y su pobreza en un equilibrio respetable.
Fue un Guerrero de la pluma. Su frágil estado físico no fue pretexto
para elevar la voz cuando se requería.
Escribo esto por agradecimiento pero también para que los guerrerenses
demos fe de un hombre del cual todos debemos de sentirnos muy
orgullosos.
Que indefensos nos sentimos hoy sin tu presencia. Que frío es el
viento sin la defensa de tu voz. Que duros serán los sonidos de las
balas sin el teclear de tu máquina.
Descansa en paz.
Atte.
Marco Antonio Leyva
Dirigente PRI
--
Juan José Belmonte Torres
Cel: 044-7445070640
MSN: jjbelmonte@hotmail.com
ICQ: 47539987
Yahoo: jjbelmontejr@yahoo.com
Gmail: jjbelmonte@gmail.com
-------------------------------------
BUENO, QUIERO DECIR, QUE ME GUSTO MUCHO.EFECTIVAMENTE ASI ERA DON CARLOS. LO ESCRITO ESTA PLASMADO CON EL CORAZON Y LOS QUE CONOCIMOS A DON CARLOS RECIBIMOS EN EL CORAZON SU AUSENCIA. EL RETO ES DECIR LA VERDAD SIEMPRE. POR MAS CRUEL QUE ESTA SEA...
ResponderBorrar