12 septiembre 2006

Ravel en Acapulco

Gustavo Martínez Castellanos

La del viernes 08 de septiembre en el Juan Ruiz de Alarcón fue una noche excepcional. La Filarmónica de Acapulco presentó un concierto de primera línea con obras del maestro francés Maurice Ravel y la ejecución única  de la pianista mexicana Guadalupe Parrondo. El programa presentó "La Pavana para una Infanta Difunta", el "Concierto en Sol Mayor para piano y orquesta", el poema sinfónico "La Valse" y el ballet "El Bolero".

La pavana

Es una pieza ligera que causó algunos problemas de aceptación al autor. Aunque a algunos críticos les interese reseñar con mayor amplitud la profundidad de esta obra, no deja de ser anecdótica y hasta cierto punto fugaz y, a pesar de ello, o por ello mismo, no deja de ser encantadora por amable y sencilla, por bella y sentida, a veces, sensualmente debussyana. Esta pieza abrió la noche, fue ejecutada con una limpieza excepcional y un sentido melódico bastante elevado y dejó un buen sabor de boca en el público.

El Concierto en Sol mayor

Con esta pieza escuchamos a la concertista internacional Guadalupe Parrondo. Su ejecución fue limpia y emotiva, entregada a dejar en cada frase algo de sí misma.

El primer movimiento Allegramente. Andante. Allegramente, estableció una atmósfera ineludiblemente gershwiniana, pero el segundo movimiento Adagio Assai, nos devolvió al abstraccionismo europeo. En toda la pieza pueden observarse los becuadros de la descomposición musical de la pieza principal cuyo fondo corea la orquesta para el piano y viceversa, como en un cuadro de Braque.

En el tercer movimiento, Ravel expone el mismo sistema de descomposición pero con un fondo jazzístico que si bien nos hace recordar a Gershwin nos hace ver por qué para muchos Ravel es Ravel y Gershwin sólo la "Rapsodia en Blue, la "Sinfonía en F" y "Un americano en París"

La valse

Aunque durante mucho tiempo se pensó que esta pieza era una parodia o una burla evidente contra toda una época en Europa, no hay que olvidar que Ravel tenía dos proclividades eminentemente extramusicales: la escenificación y la recreación de épocas. La Valse, si bien no es recomendable para una celebración de quince años en México, es una pieza que se disfruta por la tensión en la que inserta al ritmo nacido de la inspiración de Strauss y por su riqueza temática e instrumental. En efecto, establece un puente entre los años previos a la Primera Guerra Mundial y la modernidad de la que Ravel era precursor. Aún a muchos años de su muerte la suerte de parodia que leían en ella hizo que los músicos argentinos Les Luthiers la bautizaran como "La Valse para El orquesta"

El Bolero

Tal vez para muchos resulte ocioso hablar del Bolero de Ravel, sobre todo en México en donde Cantinflas hizo una interpretación cómica, sin embargo, es interesante subrayar que la iteratividad del texto dancístico continúa ocasionando, a casi   ochenta años de su propuesta, las somnolencias rítmicas precursoras de un trance hipnótico y que más tarde se rompe abruptamente, (como quizá nunca lo hubiera hecho Debussy en su famosa "Siesta del Fauno"). El encanto de esta pieza radica también en su propuesta orquestal. Con él, y de la forma más atinada. Eduardo Álvarez, cerró la noche al conceder una coda desde los fortes al final.

Eduardo Álvarez está en todo.

Como ya es costumbre en cada concierto en nuestra ciudad un poco antes de la tercera llamada se le hace la atenta súplica al público que apague sus celulares. Hasta hace un par de años, Eduardo Álvarez aún pedía que la gente no destapara refrescos ni consumiera palomitas durante la interpretación de la obra pues eso distraía a los músicos. "Como no he podido erradicar ese mal —dijo en una ocasión—, me les voy a unir y compondré una Sinfonía para refresco de lata, palomita y celulares", pero al respecto el público local ya cedió. Ahora, Álvarez tiene que luchar contra los fotógrafos que a la mitad de las ejecuciones se levantan a tomar fotos sin pensar que el reflejo del flash puede cegara los músicos e impedirles ver las partichelas. Este viernes, mientras la Parrondo ejecutaba el primer movimiento del concierto en Sol Mayor una chica intentó fotografiar a la concertista y con un ligero movimiento de cabeza, mientras hacia el frente dirigía la orquesta, Eduardo le dijo que no lo hiciera. Afortunadamente la fotógrafa entendió el mensaje y evitó cegar con el reflejo del flash en el piano a la maestra Guadalupe.

Lo que no se pudo evitar

Sin embargo, no fue noche de solistas. El ataque de la Parrondo en el primer movimiento del Concierto en Sol Mayor, fue ligeramente tardío y, en el mismo, el único solo de trompeta perdió la nota final de la última frase.

El mismo problema se presentó en el Bolero: el fagot y el clarinete perdieron notas y ritmo, igual que el trombón, mientras que el píccolo en tercera estaba demasiado fuerte con referencia a la flauta que hacía la primera y,  al final de toda la pieza, el arpegio orquestal no fue preciso.

Sin embargo, todo eso no impidió que el público disfrutara el concierto y se pusiera de pie pidiendo un da capo. El maestro Álvarez concedió sólo el final y todo mundo quedó satisfecho.

 



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Juan José Belmonte Torres
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