¿"ACA FEST" O ACA INFEST?
Gustavo Martínez Castellanos
Las declaraciones del alcalde Félix Salgado Macedonio en torno al Festival Acapulco que en un momento decisivo armaron Televisa y el gobierno del estado de Cervantes Delgado y que reforzó Ruiz Masssieu para "levantar" la afluencia de turismo al puerto, dejan al descubierto la increíble ignorancia de nuestro primer munícipe en el tema. O su increíble desfachatez.
En primer lugar habría que preguntarle si sabe cuántos turistas internacionales y nacionales atrae un programa que presenta en vivo pero haciendo "flash back" los mismo que presenta grabado para su programación normal.
En segundo lugar habría que preguntarle si sabe a cuánto asciende la derrama económica de esas "oleadas de turistas" atraídos por ese programa.
En tercer lugar habría que preguntarle si sabe exactamente cuánto gastamos los contribuyentes para que los artistas y los técnicos que hacen esos programas disfruten su estancia en Acapulco. En pocas palabras, si sabe cuánto le metemos los acapulqueños al Aca Fest y si sabe cuánto le sacamos. Si sabe, es decir, si está enterado de los números reales, no si va a repetir el discurso oficial de sus antecesores.
El Festival Acapulco después llamado Aca Fest, luego llamado Acapulco Brilla y más tarde quizás llamado Aca Infest (por el Dengue que enseñorea en nuestra ciudad), fue una transacción político - económica o concesión graciosa que el gobierno del estado de Guerrero hizo a Televisa, la más poderosa cadena televisiva de Latinoamérica en ese entonces. Ante los empujes y cabildeos que ya empezaba a hacer el equipo de Salinas de Gortari entonces secretario de Programación y Presupuesto, ante la posibilidad de aperturas comerciales internacionales y ante la privatización de Canal Trece (hoy TV Azteca), los poderosos trust de la comunicación nacional se reorganizaron y clavaron sus banderitas en Guerrero. Uno de los puntos más importantes era, por supuesto Acapulco. Y no se equivocaron, al arribo del TLC y de la Guerra Zapatista, Acapulco ya contaba con su canal local, repetidora de Televisa, para "mantener debidamente informado" al público sureño de la versión oficial de lo que acontecía en los vecinos estados de Chiapas y Oaxaca. Insertado en la estructura de control de medios, Acapulco ya no presentaba el mismo problema que presentaría aislado. Por supuesto esto requería de un reforzamiento del canal en nuestro solar. Por ello, en lugar de que Acapulco cobre porque se filme en sus playas y sitios turísticos, paga. Y paga muchísimo, pues no sólo se le ha dado a Televisa hasta 30 millones de pesos, sino que se les da hospedaje, alimentación, pases gratis a todos los centros recreativos y demás lujos a los artistas y técnicos. Por supuesto, que nada de eso es gratis, a cambio, las hospederías y night clubs que otorgan esos "apoyos", reciben rebajas de impuestos. Es decir, entra menos a las arcas municipales (y aún se queja Félix de que no hay dinero).
Al paso del tiempo, y con Alberto López Rosas, el Festival Acapulco o Aca Fest tocó fondo: era meterle mucha lana para sacar tan poco o casi nada, debido a que Cancún y Puerto Vallarta empezaron a crecer (ahora es Zihuatanejo), la calidad de los espectáculos que se traían era de lo peor y por si fuera poco, los turistas, si es que alguna vez vinieron atraídos por el bodrio televisivo, ahora no se dejaban acarrear ni aunque les pagaran: hay mejores cosas en la TV de paga.
Así, El Festival Acapulco sólo quedó como un elemento de control de los jóvenes acapulqueños y de ambas costas que querían retratarse con "sus artistas favoritos" y, después de Paulina, para paliar el dolor de la tragedia pues por primera y última ocasión el Festival Acapulco fue llevado a las colonias de pobres. Es decir, a casi todas: pan y circo. Hoy, pretende ser Guerrero Brilla, aunque no sabemos con qué, si todo lo que traen es de fuera y nuestros escasos artistas brillan por su propia cuenta o por su ausencia.
Cuando escuchamos que el alcalde Félix Salgado Macedonio dice, muy en su estilo: "órale, que le entren al toro y yo veo con cuánto le entro", uno se da cuenta inmediatamente que la principal desgracia de Acapulco no son los meteoros ni la economía nacional, sino su alcalde, pues con esa irresponsabilidad que lo caracteriza Félix habla de los recursos públicos como si fueran canicas, ranas y lagartijas en su bolsillo. ¿Pensará tirar a la basura más de 30 millones de pesos en un evento ya desgastado e inoperante mientras el Dengue enseñorea en nuestra ciudad? Si la propuesta viene de Félix Salgado es posible que sí. Y es posible que sí pues en la danza de los millones siempre se queda algo en el bolsillo de quienes lo reparten, además, con lo baja que está la popularidad un espectáculo de esa naturaleza cuando menos detendría su caída. Es posible que él resucite el Festival Acapulco. Es posible que tire nuestro dinero como lo está haciendo con el primer piso de la vía rápida (no sabe ni siquiera cuántos autos lo usarán). Es posible que Félix continúe intentando darnos atolito con el dedo con fórmulas mágicas de última hora. En lugar de erradicar tantos males que aquejan a nuestra ciudad. Total, él ni acapulqueño es, su familia está bien resguardada y Acapulco le importa lo mismo que Singapur, en donde nadie lo conoce…