A escasos cuatro días del inicio del nuevo gobierno, efectivos de la Policía Federal irrumpieron violentamente en un domicilio la madrugada de ayer, donde torturaron a sus moradores a golpes y con aplicación de energía eléctrica, además de que hirieron gravemente a uno de ellos, quien a la fecha sigue desaparecido.
María Elena Alarcón Campos, agraviada por estos hechos, relató que al filo de las cuatro de la madrugada de ayer, en su domicilio ubicado sobre la calle Pacífico número 7, manzana 20 de la colonia Potrerillo, a su propiedad irrumpieron unos 15 a 20 agentes de la Policía Federal gritando: "Ya les cayó la verga vestida de azul".
Acto seguido, según el testimonio de la agraviada, los agentes federales instaron a los ocupantes del domicilio a que abrieran la puerta de la casa o harían fuego.
Atenazados por el miedo, los ocupantes se abstuvieron de contestar pensando que era un equívoco de los policías, pero de inmediato los uniformados anunciaron una cuenta regresiva como ultimátum para que se les franqueara el paso, tras lo cual hicieron por lo menos media docena de disparos con arma larga en contra de la propiedad.
Acto seguido, los policías tumbaron la puerta a patadas e irrumpieron violentamente en el domicilio, donde aseguraron a la propietaria Alarcón Campos, así como a su pareja José Santiago Delgado, de 31 años, y unos jóvenes visitantes de nombres Alfonso Arellanes Olmedo y Pedro Jiménez Bailón, quienes dormían en el vestíbulo del domicilio.
Según el testimonio de la agraviada, los policías federales comenzaron a golpearlos indiscriminadamente con las culatas de las armas, así como a patadas en diversas partes del cuerpo, colocando a cada uno de los habitantes de la casa en una esquina, de cara a la pared, al mismo tiempo que los seguían golpeando.
Alarcón Campos afirmó que uno de los federales se dirigió a su compañero sentimental, José Santiago Delgado, a quien le disparó con un arma larga, impactando entre el costado y la pierna, lo que ocasionó que el agredido cayera en tierra derramando mucha sangre.
"Todo estaba lleno de sangre: había sangre en el piso donde cayó, sangre en la cama, sangre afuera de la casa a donde lo arrastraron y lo siguieron torturando a pesar de que José no contestaba nada porque estaba muy lastimado", relató la agraviada.
Según el testimonio, los policías utilizaron la batería de una de las camionetas para aplicar tortura con energía eléctrica sobre la cabeza y otras partes del cuerpo especialmente a Santiago Delgado así como a Arellanes Olmedo, para más tarde generalizar los tormentos en contra de los demás, a quienes en todo momento mantuvieron sometidos y contra el piso de la vivienda.
A Santiago Delgado le sumergieron la cabeza en agua utilizando una olla de peltre que la familia utiliza para el quehacer doméstico, no obstante que ya estaba herido gravemente, demandándole datos sobre armas y drogas inexistentes en el domicilio. Inclusive, dijo la señora Alarcón Campos, uno de los agentes tomó una pala con la cual estuvo escarbando en el piso de tierra de la vivienda, buscando las supuestas armas o la droga.
Además, denunció que a otras personas también las sometieron con violencia en otra habitación, entre ellas a su señora madre María Melquiades Campos Godínez, a quien trataron brutalmente no obstante ser una anciana.
Más tarde, los policías se llevaron a los tres jóvenes -Alfonso Arellanes, Pedro Jiménez y Santiago Delgado-, así como a la propia denunciante, con rumbo al libramiento de Paso de Texca, donde los soltaron en diferentes puntos del trayecto con excepción de Santiago Delgado, a quien se llevaron con rumbo desconocido. Hasta la fecha, José Santiago Delgado sigue desaparecido, denunció la señora Alarcón Campos.
La agraviada, quien junto con los jóvenes coagraviados muestra evidentes señales de golpes en el rostro, se dijo preocupada por el estado de salud de su compañero, quien ya no reaccionaba a los golpes de tan lastimado que estaba, pero sobre todo se dijo indignada de que nada ha cambiado en la conducta de la Policía Federal a pesar de que ya hay un nuevo gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto, quien en su toma de posesión planteó como uno de sus principales compromisos el respeto a los derechos humanos.
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