La calina1 o calima,2 es un fenómeno meteorológico consistente en la presencia en la atmósfera de partículas muy pequeñas de polvo, cenizas, arcilla o arena en suspensión.
Su origen está en las partículas de vapor de agua con partículas de sales procedentes de las aguas marinas3 y, en muchos casos, por el humo y cenizas de los incendios, como puede verse en la imagen tomada en el Este de Caracas (Venezuela) a fines de marzo del 2010. También puede deberse a las tormentas de arena, fenómeno frecuente en los países del Mediterráneo, en las Islas Canarias y otras zonas. En el caso de estas tormentas, las partículas tienen unas dimensiones muy heterogéneas, precipitándos las de mayor peso no muy lejos y continuando las más finas a grandes distancias transportadas por el viento Siroco en las Islas Canarias. Y en muchos casos, aunque afortunadamente, en disminución, a los contaminantes domésticos en las zonas urbanas, como puede inferirse en las abundantes chimeneas de una calle principal de la ciudad de Cardiff, en Gales, Reino Unido
Como efecto inmediato y en función de su densidad, produce una disminución en mayor o menor medida de la visibilidad y la aparición de molestias en ojos, nariz y garganta. Si es persistente o abundante, al cabo de unos días suelen aparecer otros síntomas como broncoespasmos, crisis respiratorias y asma. Su desaparición está condicionada por los cambios en la presión atmosférica, que puede dar origen al viento o a la lluvia.
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Su origen está en las partículas de vapor de agua con partículas de sales procedentes de las aguas marinas3 y, en muchos casos, por el humo y cenizas de los incendios, como puede verse en la imagen tomada en el Este de Caracas (Venezuela) a fines de marzo del 2010. También puede deberse a las tormentas de arena, fenómeno frecuente en los países del Mediterráneo, en las Islas Canarias y otras zonas. En el caso de estas tormentas, las partículas tienen unas dimensiones muy heterogéneas, precipitándos las de mayor peso no muy lejos y continuando las más finas a grandes distancias transportadas por el viento Siroco en las Islas Canarias. Y en muchos casos, aunque afortunadamente, en disminución, a los contaminantes domésticos en las zonas urbanas, como puede inferirse en las abundantes chimeneas de una calle principal de la ciudad de Cardiff, en Gales, Reino Unido
Como efecto inmediato y en función de su densidad, produce una disminución en mayor o menor medida de la visibilidad y la aparición de molestias en ojos, nariz y garganta. Si es persistente o abundante, al cabo de unos días suelen aparecer otros síntomas como broncoespasmos, crisis respiratorias y asma. Su desaparición está condicionada por los cambios en la presión atmosférica, que puede dar origen al viento o a la lluvia.
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