04 noviembre 2006

Realizan peligrosas acrobacias aéreas sobre Acapulco

Con un salto en paracaídas y la entonación de los himnos de la República Mexicana y de los Estados Unidos de Norteamérica,   inició en punto de las once horas el espectáculo aéreo Alextremo Airshow.

      Con los paracaidistas, que aterrizaron en la playa, surcó los aires el Trojans Phlyers, compuesto de cuatro aeroplanos que desplegando humo, formaron círculos y arcos en el cielo acapulqueño.

      El Capitán Alejandro Parra Ramírez, presidente del espectáculo aéreo,   piloteó uno de los cuatro T-28, que llevaron a cabo razantes vuelos frente a los hoteles del puerto de Acapulco.

      En la radio local, las emisores que llevaban a cabo la cobertura en vivo, comenzaron a reportar accidentes automovilísticos en la Costera Miguel Alemán, debido a que muchos conductores dejaban de ver el camino por voltear al cielo.

      Freddy Cabañas, a bordo de su aeroplano PITTS SPECIAL S2-C, llevó a cabo caídas en picada, giros veloces pero sorprendió con vuelos llamados "navaja" porque eran razantes al agua de mar y continuas vueltas al morro de Acapulco.

      Cabe destacar que Freddy Cabañas cuenta con la licencia más alta en cuanto a vuelos acrobáticos se refiere. Los g rados de esta licencia van creciendo conforme más se acercan los pilotos al suelo, que en este caso, se convierte en mar.

    Posteriormente en sus biplanos, el equipo Iron Eagle Aerobatic Team, a bordo de dos biplanos Christen Eagle I, llevaron a cabo la mayoría de sus rutinas a ras del mar, con cabezas de martillos y cuando se elevaban realizaban los "ochos cubanos" y vuelos de metro y medio de separación entre capota y capota.

      Después vino Gary Ward con un avión modificado en alerones y hecho a base de fibra de vidrio, que le significó mayor potencia y capacidad de llevar acabo acrobacias en el Alextremo Airshow Acapulco.

     Nuevamente las playas de Acapulco se cubrieron de lugareños y turistas, mientras que la bahía se cubrió de yates y pequeñas embarcaciones, mientras un T-6 del Aeroshell llevó a cabo diversos vuelos razantes, martillos y giros acrobáticos por espacio de 15 minutos sobre la bahía con un ensordecedor motor.

      Luego de unos minutos del silencio, sobrevoló la bahía un veloz MIG-17 quien mostrando menos habilidades pero más potencia, llevó a cabo vuelos sobre la bahía, desapareciendo a ratos en el mar o en los cerros que rodeaban la bahía.

     El MIG-17 es un avión que fue muy superior en la guerra de Vietnam, puede subir 14 mil pies en tan sólo un minuto. El que surcó la bahía de Acapulco tiene 30 años de vuelo y posteriormente fue restaurado.

     Posteriormente voló uno de los T-28, avión que se construyó en respuesta al desempeño del T-6. El T-28 tiene más de 1400 caballos de fuerza   quien sólo permaneció unos minutos en la bahía de Acapulco.

     El "Aeroshell Team" con sus cuatro aviones de forma muy coordinada llevaron a cabo atrevidas maniobras tanto juntos como de forma individual, comenzando con una peligrosa suerte llamada "caja de ardillas" en donde hacen diversos trucos juntos en la misma caja acrobática.

     Por un momento, ya no se sabía a dónde voltear porque por lo menos cuatro aviones surcaban al mismo tiempo el cielo varios equipos acrobáticos llevando a cabo figuras pegadas al morro  a la zona Tradicional de Acapulco y en la zona Dorada también.

     Con vuelos un metro por arriba del cielo y con otros en picada y contrapicada, las aeronaves más veloces se contrastaban con las más hábiles, como algunos biplanos y algunos T-28 o unos T-6, que giraban cubriendo   ángulos de visión de toda la bahía de Acapulco.

      Mostrando una gran versatilidad, el A-10 de la Fuerza Aérea estadounidense llevó a cabo virajes a una gran velocidad, de un diámetro no mayor al de un estadio de fútbol  y también con el tren de aterrizaje por abajo, pasó a muy baja velocidad.

     Cerró la fiesta aérea un F-16 que a velocidades supersónicas llevó a cabo peligrosos vuelos cerca de la zona hotelera, cuyo paso era difícil seguir con la vista, dejando una estela de ruido y alejándose mostrando el fuego de su turbina.

 

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Juan José Belmonte Torres

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