Por Jesús Lépez Ochoa
El título mediático es "Acapulco en quiebra", pero técnicamente se llama "insolvencia de pagos". Para fines prácticos es lo mismo, el Ayuntamiento no tiene dinero para operar gracias a la desvergonzada y rapaz administración priísta que terminó dejando al puerto en la miseria y cobijándose en la impunidad de un sistema que permite a los políticos hacer lo que les venga en gana.
Si usted cree que verá a Manuel Añorve y secuaces tras las rejas o siquiera desaforados para responder por el multimillonario boquete anunciado ya por el alcalde de Acapulco, Luis Walton, déjeme decirle que se equivoca: entre políticos pueden denunciarse, pero nunca se harán daño.
El impacto nocivo del periodo añorvista fue cuantificado en 2 mil 142.80 millones de pesos, cifra compuesta por una deuda que en 2008 era de 396.4 millones, creció casi en 400 por ciento y ahora es de mil 561.8 millones, a la que hay que sumar laudos laborales por otros 270 millones y un déficit de 311millones para el cierre de año.
El déficit existe porque el Ayuntamiento dispone de 238.3 millones para concluir el año pero sus compromisos para cerrar son de 549.3 millones, que corresponden a sueldos, salarios, aguinaldo, gasto operativo, pago del adelanto de participaciones otorgadas el pasado mes de septiembre y la amortización, precisamente, de la deuda pública.
Hablando en castellano, a la administración de Luis Walton le faltan 311 millones para poder terminar el año y el que sigue, el presupuesto para Acapulco es menor en 142.8 millones al hoyo financiero que le heredaron, sin contar con que la amortización de la deuda compromete el 47 por ciento de las participaciones federales previstas para el municipio.
Si partimos de que la nómina de 8 mil 500 personas consume mil 200 millones, lo que es igual a que el 62 por ciento del presupuesto para casi 800 mil personas que habitamos el puerto se gasta en el equivalente al uno por ciento de la población, entendemos que el 38 por ciento restante del dinero no alcance para satisfacer las necesidades de servicios públicos del otro 99 por ciento de acapulqueños.
La administración de Manuel Añorve sí fue irresponsable, pero de ahí a que se le castigue la distancia es mucha. Ya el alcalde dijo que solamente presentará las denuncias de hechos y que serán las instancias correspondientes las que finquen responsabilidades.
Estas instancias son la Auditoría Superior de la Federación, de cuya comisión de vigilancia es integrante el propio Añorve, y la Auditoria Superior del Estado, que habrá que ver si pone a trabajar en esto a sus flamantes Auditores Especiales que buena lana cuestan a los guerrerenses.
Por ese lado, no tenemos muchas peras que pedir al olmo, pero si esperar que la federación atienda la petición de rescate que hará el alcalde mediante los partidos que coaligados lo hicieron ganador de la rifa del tigre, y que encuentre un punto de equilibrio, pues de los 100 días de gracia que toda autoridad tiene para acomodarse en el mando, ya transcurrieron 44 y los ciudadanos esperamos que no se convierta en una centena más trágica aún, para los servicios que se nos deben.
Así las cosas, habiendo dejado en manos de los perdonadores organismos fiscalizadores el diagnóstico del enfermo, Walton debe encontrar la manera de curarlo sorteando el campo minado que le dejaron, pues no hay mal que dure cien años, ni enfermo que lo soporte. Mucha suerte.
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