Más de 3 mil motociclistas se dieron cita en la zona Diamante para la exposición y competencia de arrancones cuarto de milla, que se ha convertido en una cita tradicional para los amantes y aficionados del motociclismo de diversas regiones del país.
En una pista adaptada a un costado de las instalaciones de Cruz Roja, cientos de pilotos exhibieron una vez más todo tipo de acrobacias y vehículos modificados para la competencia y exigencia extrema.
En el sitio fue instalado un tianguis donde fueron puestos a la venta aditamentos especiales para motociclistas y sus simpatizantes, desde paliacates, guantes, cobertores, cascos, pósters, camisetas y mucha cerveza para el calor.
El costo de cada unidad en acción varía de acuerdo al tipo de adecuación y tamaño.
El empresario local Carlos Torreblanca Arellano, de 36 años, perteneciente al club Brotherhood, con presencia en Canadá, Japón y Nueva Zelanda, mostró en exposición una motocicleta de 110 mil pesos.
Explicó: “Yo me dedico a venderlas, ésta es una moto japonesa, Yamaha R-6 2008, de 600 centímetros cúbicos”.
El coleccionista enfatizó que “el motociclismo es una pasión que uno lleva dentro, algunos lo hacen por gusto y otros por pasión”.
Enfatizó que “todo el equipo es caro, pues muchos aditamentos no se fabrican, hay que importarlos de Estados Unidos o de Japón, y este proceso es caro”.
Torreblanca recalcó que el motociclismo es una buena oportunidad de generar ingresos para el puerto y resaltó que “muchos hoteles están llenos de ayer, y que bien, para que el motociclismo se vea como una oportunidad, los pilotos se quedan en buenos hoteles y comen en restaurantes de la Costera”.
Especificó que en cada encuentro hay vehículos de todo tipo, desde motos deportivas, para coleccionistas, y definió a los usuarios como los choppers, los harleys y los acróbatas.
Precisó que en muchas ocasiones las piezas se mandan a fabricar específicamente para cada modelo, lo que en ocasiones puede costar hasta 40 mil pesos extra, para adaptar los manubrios y una jaula para no dañar el motor.
Oswaldo Sigifreso González, de 19 años, originario del Estado de México, quien corre en motocicleta desde los cuatro años, monta una Apolini, que no rebasa el medio metro de longitud y los 30 centímetros de altura, no obstante que estos aparatos pueden costar entre 30 y 40 mil pesos.
“Son motos diseñadas especialmente para correr, son para adultos exclusivamente pues alcanzan una velocidad de 100 kilómetros por hora, son iguales a las de pista pero en pequeño”, explica mientras se desliza en el asfalto caliente, entre edecanes, extraños personajes que montan otros vehículos sobre dos llantas y música a todo volumen.
Acapulco vibra con los arrancones cuarto de milla - La Jornada Guerrero
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