Por Felipe Victoria Zepeda
Hacía tiempo que el Semanario Proceso no se agotaba por razones naturales tan rápido como el ejemplar de la edición pasada, una sola foto de portada acaparó la atención nacional e internacional aunque no se tratara de ninguna escultural belleza como Dios la trajo al mundo
En la imagen aparecen dos mexicanos que se llevan más o menos un cuarto de siglo de diferencia, pero uno tiene más de medio siglo en el periodismo y otro poco menos de cinco lustros el el negocio clandestino del táfico de drogas que tantas campañas políticas ha patrocinado y gobernadors ha hecho...
Julio Scherer García desde que se jubiló de PROCESO, jamás se resignó a echarse a la hamaca a rumiar tantas memorias, ahora sí tendría todo el tiempo necesario para escribir más libros policiacos, su gran pasión.
Lo antecedió en el paso al más allá otro aguerrido de la información: Jesús Blanco Ornelas, quien no logró su capricho de entrevistarse con los Arellano Félix, en cambio Don Julio ya se ganó un trofeo y mención eterna por retratarse junto al poderosísimo Mayo Zambada
¿Como fue posible que un anciano achacoso por las reumas, solitario y desarmado lograra llegar ante la presencia de un Barón de las drogas cuya cabeza vale millones de dólares para autoridades norteamericanas, pero vivo para poder pactar?...
Una enorme lección del periodista para miles de soldados, marinos, agentes federales y policías de todas las corporaciones así como para un puñado de altos funcionarios hechos bolas: para hablar con el hampa es cuestión de inteligencia, no de más violencia.
Alguien me comentó que en la foto que apareció en el semanario se ve como si Scherer estuviera de puntitas, yo creo que así fue, pues el señor debe caminar de esa manera para no rasparse con el suelo sus enormes...pantalones
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