Cuando empezaron a conocerse los primeros resultados de la elección de presidente municipal de Acapulco, Guerrero, la coalición Convergencia-PT iba en primer lugar; el PRI en segundo, y en tercero el PRD-Chucho (PRD-Chucho quiere decir: el PRD dominado, indebidamente, por Los Chuchos, es decir, por la corriente Nueva Izquierda, por Acosta Naranjo, por Jesús Ortega, por Carlos Navarrete, por Ruth Zavaleta, etcétera). ¿Y el PAN? Pues, así son las cosas, en Acapulco ha quedado en último lugar, casi reducido a nada, insignificante de plano, el partido de Felipe Calderón, al que tanto apoya Felipe Calderón, al que con multimillonarios recursos públicos promueve el gobierno de Felipe Calderón.
Conforme avanzó el cómputo de votos en Acapulco, cambiaron las posiciones arriba. Esto es, el PRI se fue al primer lugar y la coalición Convergencia-PT pasó al segundo. Lo demás quedó igual: el PRD-Chucho en el tercer puesto y el PAN-Calderón terminó de hundirse en el último.
Analicemos las cosas con cuidado.
El buen desempeño de la coalición Convergencia-PT tiene que ver tres cuatro factores: (1) el buen candidato que presentó en Acapulco, Luis Walton; (2) la cercanía de Walton con Andrés Manuel López Obrador; (3) el prestigio de Convergencia, un partido que en ningún momento ha dejado de apoyar al movimiento de resistencia civil pacífica, y (4) la buena imagen del PT, que tampoco ha titubeado a la hora de participar en los actos de resistencia.
El mal resultado del PRD-Chucho tiene que ver con tres factores: (1) la traición de sus dirigentes al movimiento de resistencia pacífica; (2) la mala imagen que les ha dado el haberse puesto, junto al PAN, a golpear a López Obrador, y (3) la excesiva cercanía, que huele a vulgar transa, de Los Chuchos con Calderón (Zavaleta, Acosta Naranjo, Ortega y Navarrete se han visto, no pocas veces, más calderonistas que el propio Felipe).
El éxito del PRI se debe al fracaso del PRD-Chucho que en la elección acapulqueña actuó como un saboteador de la izquierda mexicana al negarse a apoyar al candidato, Luis Walton, que mayores posibilidades tenía de triunfo.
El desastre electoral del PAN en Acapulco hay que atribuirlo, completo, al mal gobierno de Calderón, a su perdida guerra contra el narco, al mal manejo de la política económica, a su pésimo programa educativo, en fin, a su lamentable administración.
Eso es lo que pasó en Acapulco, donde hubo algo bueno, algo malo y algo todavía peor:
Lo bueno, que Convergencia y el PT mostraron que solos, sin la presencia del PRD, pueden convertirse en opciones electorales sólidas, que si suman a sus actuales estructuras a liderazgos reales, crecerán mucho más.
Lo malo, el éxito del PRI, que amenaza con volver a Los Pinos. Lo peor, que el PAN-Calderón y el PRD-Chucho están claramente trabajando para el retorno del priismo.
Acapulco: fracaso del PRD-Chucho; desastre para el PAN-Calderón | SDP
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