01 abril 2005

AFUERA TLACOLOLEROS Y EL PUEBLO, ADENTRO EMPRESARIOS Y POLÍTICOS NACIONALES

+ Toma protesta Zeferino Torreblanca como gobernador

Cuando a las 10:16 de la mañana, la comisión de diputados locales abrió la puerta del auditorio del Palacio de Gobierno, designado Salón de Sesiones del Congreso se coló hasta la misma mesa directiva la verbena popular que en la plaza del lugar se había montado.
Los diputados salieron para traer al representante del presidente Vicente Fox, el guerrerense Florencio Salazar Adame, secretario de la reforma Agraria; al gobernador electo Zeferino Torreblanca Galindo y al gobernador saliente, René Juárez Cisneros, como parte de la ceremonia de toma de protesta.
La música, la voz expectante de los asistentes, los chasquidos del látigo de los tlacololeros y la tensión de los apenas 50 antimotines que vigilaban el primer cerco de seguridad era el clima afuera del recinto.
Adentro los murmullos, los rostros alegres, las edecanes superadas al intentar acomodar a los apenas 1200 invitados –decían “voy a renunciar, no me hace caso la prensa”- esperaban la llegada del momento histórico en que el PRI en Guerrero cedía el poder al PRD.
En primera fila, hasta adelante padre e hijo: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el líder moral del PRD, y Lázaro Cárdenas Batel, el gobernador michoacano. A un costado la gobernadora zacatecana, Amalia García Medina.
También en primer lugar el gobernador de Chiapas, Pablo Salazar Mendiguchía, Porfirio Muñoz Ledo; el senador Ricardo Monreal Ávila; el senador Jesús Ortega, el exgobernador de Guerrero, Israel Nogueda Otero.
Hasta la tercera fila central relegaron a la esposa del nuevo gobernador, Gala Martin -de quien se separó cuando era presidente municipal- y sus hijas Gala y Tatiana. Ahí también estaban sus padres y el presidente estatal de Convergencia, Luis Walton Aburto.
Cuando entró la Comisión las sonrisas de Salazar Adame, Juárez Cisneros y Torreblanca Galindo tenían su razón de ser. Hace seis años, el actual secretario de la Reforma Agraria era secretario general de Gobierno, un año después renunció al cargo y al PRI. Ahora, regresaba como representante del Poder Ejecutivo.
Juárez Cisneros, calificado por algunos como el “Zedillo de Guerrero”, tenía el mérito de lograr una transición pacífica y lo que parecía ser una división con el PRI estatal logró apaciguarse en una reunión dos días atrás.
Por su parte, Torreblanca Galindo, enfundado en traje azul oscuro, camisa azul claro y corbata dorada, sería en hora y media gobernador de Guerrero y nada parecía ya poder cambiar el rumbo de los hechos.
Comenzó la presentación de posturas de los diputados, poco diestros en la oratoria en un momento en que hubieran podido brillar. Hacía calor. Se acentuó con los sacos y corbatas que desempolvaron los chilpancinguenses y el sempiterno discurso del diputado de Convergencia, Félix Bautista Macías.
La logística privilegió a empresarios, dirigentes nacionales del PRD, representantes militares, delegados federales, líderes de los distintos credos religiosos así como a los alcaldes.
Sin embargo, cometió el error de no invitar a los presidentes estatales del PAN, Cornelio García Villanueva y del PRI, senador Héctor Vicario Castrejón. Este último llegó pocos minutos antes de iniciar la sesión.
La organización, a cargo del secretario particular de Torreblanca Galindo, Julio Ortega Meza, no pudo con los “colados“, que dejaron sin lugar a la prensa acreditada, quien motivó la primera interrupción a la sesión legislativa al conminárseles a sentarse en los pasillos, pues flashes y grabadoras bloqueaban la vista a los invitados especiales.
No fueron suficientes los tres filtros necesarios para entrar al auditorio de mil 200 personas en el imponente y flamante Palacio de Gobierno. La seguridad relajada no quiso ser protagonista de un enfrentamiento o forcejeo inútil.
El retraso en muchos invitados motivó que el detector de metales fuera un simple contador de asistentes con el constante sonar que no inmutaba a las personas a cargo de la vigilancia.
En punto de las 11:36 de la mañana el tiempo pareció congelarse, mientras Zeferino Torreblanca Galindo tomaba protesta como gobernador constitucional del estado de Guerrero.
Posteriormente en su discurso, se le aplaudió las menciones a los dirigentes nacionales del PRD, ahí presentes, destacando la mención al líder moral Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Sin embargo el público tronó en aplausos cuando anunció una auditoría a la Secretaría de Educación estatal.
Un gobierno con un partido distinto, indicaba que las cosas no serían igual, sin embargo al terminar el evento, Zeferino Torreblanca e invitados especiales, pasaron por detrás de una tarima improvisada para congratularse con los miles de asistentes.
El pueblo, se conformó con seguir escuchar un grupo musical cuando terminó la ceremonia que observaron en dos pantallas gigantes, mientras el nuevo gabinete e invitados selectos pasaban a las oficinas del gobernador en el interior del palacio.
Ahí cobró vida la tradicional salutación que se prolongó por más de una hora, mientras quienes ya le habían expresado sus parabienes a Zeferino Torreblanca, degustaban vino blanco, tinto y veinte tipos distintos de canapés.
Los abrazos y los “acuérdate de mí”, en un ambiente amenizado por un cuarteto de cuerdas, reflejado en un brillante piso de mármol se prolongaron por la tarde, mientras afuera, los tlacolcoleros se cansaron de chasquear látigos y la gente se retiró ante el brillante sol que en todo lo alto quemaba la piel.

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