31 enero 2008

Descanse en paz. P. Marcial Maciel, L.C.

Marcial Maciel Degollado
Fundador de la Legión de Cristo y del Movimiento Regnum Christi

Marcial Maciel nació en Cotija de la Paz, (Michoacán, México) el 10 de marzo de 1920. Su madre, Maura Degollado Guízar, era sobrina de san Rafael Guízar y Valencia e inculcó a sus hijos la piedad y la caridad cristianas, educándolos a salir al paso de las necesidades materiales y espirituales de los demás.
La población de Cotija a inicios del siglo XX se distinguía por una sentida religiosidad, expresada en variadas tradiciones piadosas y en el florecimiento de vocaciones sacerdotales y religiosas, habiendo sido esta localidad cuna de seis obispos.
Cuando Marcial estaba para cumplir siete años, llegó a su pueblo el movimiento cristero, un alzamiento armado de católicos en defensa de la libertad religiosa. La inseguridad de la época movió a la familia Maciel a trasladarse a Jamay (Jalisco) y Zamora (Michoacán), donde Marcial recibiría clandestinamente su primera comunión. Vivió sus primeros años en un ambiente marcado por el testimonio heroico de numerosos cristianos en los tiempos de la persecución religiosa.
Cuando tenía nueve años de edad, el Gobierno mexicano y la Iglesia acordaron los llamados arreglos y se disolvieron las tropas cristeras. De nuevo en Cotija, Marcial continuó su educación cristiana, recibiendo instrucción primaria en la escuela privada de la Srta. María Neri y aprendiendo particularmente del ejemplo de su madre.
Ya adolescente, contemplando el cementerio, las casas y gentes de su pueblo desde una colina aledaña, Marcial pensó que, al final de la vida, «sólo queda lo que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos» (Palabras en el Aula Pablo VI del Vaticano, 4 de enero de 1991) y su caridad hacia los pobres se hizo constante y llegó a caracterizarlo ante los demás.
A los quince años, predominando todavía un ambiente hostil hacia la Iglesia, ingresó en el seminario que su tío abuelo san Rafael, obispo de Veracruz, tenía operando clandestinamente en la Ciudad de México. En 1936, en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, orando delante del sagrario, experimentó un impulso interior que él interpretó como la llamada de Dios a reunir un grupo de sacerdotes que recorrieran todo el mundo transmitiendo sin descanso el amor de Jesucristo. Esta idea habría de fructificar, años después, en la fundación de la Congregación religiosa de los Legionarios de Cristo y, posteriormente, del Movimiento Regnum Christi.
De septiembre de 1938 a junio de 1940, Marcial estudió, por cuenta sucesiva de las diócesis de Chihuahua y de Cuernavaca, en el seminario interdiocesano que los obispos mexicanos habían establecido el año anterior en Montezuma (Nuevo México, Estados Unidos). Al compartir con sus compañeros sus planes fundacionales, fue expulsado del centro. Su recuerdo como hombre de oración perduraría entre sus compañeros.
Continuó sus estudios de teología bajo el Obispo de Cuernavaca, Mons. Francisco González Arias, tío lejano suyo. Al mismo tiempo, comenzó a juntar algunos muchachos para dar inicio a su fundación; algunos de ellos serían los primeros cofundadores. Así, con la bendición de este obispo, el 3 de enero de 1941, se estableció una comunidad a modo de seminario menor, constituida por trece adolescentes y el joven fundador de veinte años. Se reunieron en las habitaciones prestadas de una casa de la Ciudad de México. Desde mayo de ese año, la escuela contaría con casa propia en Tlalpan (México, D.F.).
En los años siguientes, Marcial estudiará, recabará limosnas, atenderá a la formación de los alumnos y buscará nuevas vocaciones. El 26 de noviembre de 1944, el fundador de la Legión de Cristo fue ordenado sacerdote en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en Ciudad de México, rodeado por sus familiares, algunos bienhechores y un grupo creciente de jóvenes que también dedicarán su vida con empeño a la fundación de la nueva obra. El P. Maciel, después de visitar España y Roma, entre mayo y junio de ese año, pudo llevar en septiembre a parte de los seminaristas a Comillas (Cantabria, España), para que éstos estudiaran en la prestigiosa universidad pontificia de aquella localidad. Aunque no faltaron las adversidades, el 13 de junio de 1948, el Obispo de Cuernavaca, Mons. Alfonso Espino y Silva, erigió canónicamente la Congregación religiosa de los Misioneros del Sagrado Corazón y de la Virgen de los Dolores, que más tarde se llamaría de los Legionarios de Cristo. Los miembros del instituto, incluyendo a los seminaristas menores, sumaban el medio centenar.


En el corazón del siglo de las ideologías, de la secularización y del pragmatismo, Marcial Maciel predica que la felicidad humana se encuentra en la amistad personal con Jesucristo. Para ayudar este mundo que «se apaga y muere por falta de Cristo» (Carta de Marcial Maciel, 2 de julio de 1946), intenta reunir un grupo de hombres y mujeres que conozcan, vivan y prediquen el amor de Cristo, comprometidos a dar lo mejor de sí mismos en el esfuerzo por comunicarlo eficazmente a su prójimo.
En los años 40, el fundador de la Legión de Cristo viaja y advierte que la sociedad se seculariza progresivamente y le parece que no se logra percibir que –como lamentará Pablo VI en 1975– «la ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nuestra época» (Evangelii nuntiandi, 20). Pío XII le confirmará en su intuición: habrán de ser «como un ejército en orden de batalla» (Cantar de los Cantares, 6, 10) y habrán de empeñarse en la formación de católicos con liderazgo para los nuevos tiempos (Audiencias privadas de junio de 1946 y mayo de 1948).
El Movimiento Regnum Christi será, desde los años 60, uno de los principales instrumentos mediante el cual el P. Maciel buscará formar apóstoles genuinamente cristianos. Un aspecto muy hermoso del movimiento es que algunos de sus miembros consagrarán toda su vida a Dios en pobreza, castidad y obediencia, dedicándose a tiempo completo a las obras de apostolado.
Los Legionarios de Cristo alcanzaron el reconocimiento como congregación de derecho pontificio mediante el “Decreto de alabanza” en febrero de 1965, otorgado por Pablo VI. En los años socialmente turbulentos que siguieron al Concilio Vaticano II, la Legión de Cristo recibió un siempre creciente número de vocaciones, consolidó su unidad interna y extendió su labor apostólica.
En 1970, Pablo VI confió a la congregación la Prelatura de Chetumal (hoy de Cancún-Chetumal), territorio de misiones en México, guiada durante varias décadas por Mons. Jorge Bernal Vargas, L.C., y que, desde finales de 2004, está bajo el ministerio pastoral de Mons. Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L.C.
Como medio para transmitir el carisma recibido de Dios, el P. Maciel, además de las conversaciones personales, dejó un abundante conjunto de conferencias y un amplio epistolario. Escribió también las obras fundamentales de toda fundación religiosa, a saber, las constituciones de la Legión de Cristo y los estatutos del Movimiento Regnum Christi, aprobados por la Santa Sede respectivamente en 1983 y 2004.
Bajo su mandato de director general (hasta enero de 2005) y su atenta mirada de fundador, se fueron sucediendo las fundaciones en varias naciones, cimentadas sobre la dedicación de numerosos sacerdotes y de personas consagradas. Actualmente los Legionarios de Cristo tienen tres obispos, unos setecientos cincuenta sacerdotes y cerca de dos mil quinientos aspirantes, novicios y religiosos en formación, con centros establecidos en 20 países del mundo; y el Regnum Christi cuenta actualmente con setenta mil miembros; procedentes de unas cuarenta nacionalidades distintas. Algunos de los cofundadores fallecieron antes que él, dejando fama de vida ejemplar, entre ellos los PP. Francisco Orozco Yépez, Herminio Morelos, Faustino Pardo, Adalberto Valenzuela, Antonio Lagoa, Rafael Arumí, José María Escribano, Javier Tena y Carlos Mora.
El P. Maciel fue uno de los impulsores de la renovación de la formación sacerdotal posterior al Concilio Vaticano II. Insistió en la imitación y seguimiento de Cristo y en la importancia de la formación humana. En unas décadas de cierre y lenta reapertura de seminarios en Iglesia, la Legión de Cristo abrió veinte seminarios menores, nueve noviciados y cuatro centros de humanidades, filosofía y teología para la formación de los religiosos legionarios. El Centro de estudios superiores de los legionarios de Cristo en Roma forma hoy más de 400 religiosos. El P. Maciel publicó La formación integral del sacerdote (Madrid 1990), libro sucesivamente traducido a ocho idiomas en el que trata algunos temas que luego abordaría la exhortación apostólica postsinodal Pastores dabo vobis (1992). Se interesó por apoyar con asesoría, personal o recursos a algunos seminarios de diócesis particularmente necesitadas. Su inquietud principal en este campo fue la formación de formadores de sacerdotes diocesanos, tema del que habló con Juan Pablo II por primera vez el 27 de enero de 1980. En 1985, con la ayuda de formadores legionarios experimentados, dio origen al Centrum pro educatoribus seminariorum y, en 1991 y 2001, fundó dos seminarios mayores en Roma y en Sao Paulo (Brasil), para una preparación selecta del clero secular, en los que, para finales de 2007, se habían preparado casi quinientos sacerdotes. Bajo su impulso, en los años 90 los legionarios de Cristo fundaron un centro para la formación de sacerdotes diocesanos y la revista Sacerdos. En 2004, la Legión de Cristo estableció el Instituto Sacerdos para coordinar y proyectar varias de estas iniciativas que buscan ayudar al clero diocesano. Deseando orientar el estudio de las ciencias eclesiásticas en plena adhesión al magisterio de la Iglesia, el P. Maciel, apoyado en un grupo de sacerdotes legionarios con amplia experiencia académica, fundó en Roma el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (1993), en el que nacería la primera facultad eclesiástica de Bioética del mundo (2001). En 1986, un grupo de sacerdotes legionarios, animados por el P. Maciel, lanzó la revista de cultura católica «Ecclesia», en la que escribiría, entre otros, el Card. Joseph Ratzinger, futuro Papa Benedicto XVI.
Una aportación del P. Maciel al servicio de los demás ha sido la puesta en marcha, principalmente a partir del Regnum Christi, de una red internacional de voluntariado católico que ha movilizado, cientos de miles de personas en distintas áreas apremiantes de la vida social y eclesial. En una época de evidentes necesidades educativas en América Latina, este sacerdote fundó el Instituto Cumbres (1954), primera obra apostólica de la Legión de Cristo, y la Universidad Anáhuac (1964), ambas en la Ciudad de México. Contó con la ayuda de varios sacerdotes legionarios, que hicieron posible estas fundaciones. Estas dos instituciones serían las pioneras de una cadena educativa que ha superado ya los doscientos centros, alcanzando a unos 130.000 alumnos en veintiún países entre las que se encuentran 17 universidades y 40 centros de educación superior. Desde mediados de los años 60, el P. Maciel promovió clubes juveniles de formación cristiana y creó, en colaboración con sacerdotes legionarios y miembros del Regnum Christi, la organización de adolescentes católicos ECYD (años 70) y la red de niños NET (Nueva Evangelización para el Tercer milenio, años 90). En los años 70, impulsó algunas instituciones en favor de la familia, como FAME y Alfa y Omega. Bajo el liderazgo de los miembros del Regnum Christi, desde 1986, los grupos de Juventud Misionera y, años después, de Familia Misionera¸ Color Misionero (niñas), Fuego Misionero (niños) han colaborado periódicamente en la atención religiosa de un número creciente de poblaciones con poca presencia sacerdotal. En el año 2007, fueron 70,000 los misioneros durante la Semana Santa. Entre los misioneros de Semana Santa se encontraban también decenas de miles de catequistas locales animados por los Evangelizadores a Tiempo Completo, un apostolado que, desde 1989, forma y acompaña agentes de pastoral que se dedican a tiempo completo a animar la catequesis y la vida cristiana bajo la dirección de sus párrocos y ...

obispos. Actualmente, 672 evangelizadores de tiempo completo trabajan en 56 diócesis de cinco países. Desde 1996, a las misiones populares de evangelización se sumaron varias misiones médicas. El P. Maciel ideó el instituto catequético pontificio Escuela de la Fe (1976), actualmente presente en diez países del mundo. Para la evangelización de los mass media, apoyó el interés de varios sacerdotes legionarios y miembros del Regnum Christi de desarrollar algunos medios de alcance nacional e internacional como las estaciones de radio y televisión “Hombre Nuevo” y “Guadalupe Radio” en Los Ángeles (California, USA), el portal católico en Internet Catholic.net y el semanario norteamericano “National Catholic Register”. En 2004, con la ayuda generosa de miembros del Regnum Christi, creó la Fundación Altius con el fin de agrupar distintas iniciativas de caridad a favor de los necesitados que habían surgido en el seno de las instituciones por él fundadas desde los años 60, como la red de colegios para personas de escasos recursos Mano Amiga, que cuenta hoy con veintiocho colegios en siete países, los cuatro complejos habitacionales CIDECO (México y El Salvador) para damnificados por desastres naturales y varios programas de asistencia económica y sanitaria.Con el deseo de salir al paso de necesidades particulares de la Iglesia manifestadas por los Sumos Pontífices, el P. Maciel acometió diversas obras. Destacan la construcción en Roma de la iglesia nacional mexicana consagrada a la Virgen de Guadalupe (1958), el envío de vocaciones europeas y norteamericanas a América Latina desde los años 50, el incremento de la presencia evangelizadora en Europa desde los años 90, la preparación e inicio del apostolado del Regnum Christi en países de Asia desde la segunda mitad de esa década y la participación en encuentros entre responsables de los nuevos movimientos católicos.
Por invitación del Santo Padre Juan Pablo II, el P. Maciel participó en los sínodos de los Obispos sobre la formación sacerdotal (1990), sobre la vida consagrada (1994), sobre América (1997) y en la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo (1992). Participó en la presentación oficial a la prensa de la exhortación Pastores dabo vobis (1992) y en dos congresos organizados por dicasterios de la Santa Sede (1995 y 2000). Juan Pablo II le nombró, en 1993, miembro de la Comisión Interdicasterial Permanente para una Distribución más Equitativa del Clero en el Mundo y, en 1994, consultor de la Congregación para el Clero.
Después de dirigir la congregación durante sesenta y cuatro años, el P. Maciel no quiso aceptar, en enero de 2005, una ulterior reelección como director general. Prefirió que fuese otro sacerdote de la congregación quien, en vida del fundador, asumiese ya esta responsabilidad. Por esta razón, el Capítulo General eligió a un nuevo director general en la persona del P. Álvaro Corcuera Martínez del Río.
El P. Maciel pasó sus últimos años, en una vida reservada de oración, con un espíritu de obediencia, sumisión y amor a la Iglesia católica a la que tanto amó y enseñó a amar, buscando que la Congregación estuviese siempre centrada en el amor a Cristo y en la adhesión y servicio totales al Papa y a la Iglesia. Quiso que, en el lugar de su sepultura, hubiese una imagen de la Virgen de Guadalupe a cuyos pies fue ordenado sacerdote.
En el libro de Jesús Colina «Mi vida es Cristo». Entrevista a Marcial Maciel (Madrid 2003), el P. Marcial Maciel dejó publicada una síntesis de su pensamiento. Para él, la experiencia del amor de Dios, evidenciado sobre todo en la encarnación del Verbo para nuestra salvación, es el punto de partida de una vida cristiana auténtica, entendida como búsqueda de correspondencia a ese amor. Por eso, el carisma de la Legión de Cristo y del Movimiento Regnum Christi consiste en «conocer, vivir y predicar el mandamiento del amor que Jesucristo Redentor vino a traernos por su Encarnación» (Decreto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica Prot. n. R. 111- 1/2004). La espiritualidad legionaria y del Regnum Christi es cristocéntrica, es decir, insiste en el encuentro personal con Cristo, a quien hay que conocer, amar, imitar y comunicar. La autenticidad del cristianismo se prueba en la caridad evangélica, en el «amor sincero y auténtico a nuestros hermanos, a imitación de Cristo» («Mi vida es Cristo», Madrid 2003, p. 90), y una de sus manifestaciones necesarias es la benedicencia, el hablar siempre bien de los demás. El amor sincero a Cristo y a los demás debe desembocar además en el dinamismo apostólico, que, como expresión de amor, habrá de buscar las acciones más eficaces para difundir ese amor entre el mayor número de personas con la mayor profundidad posible. Esta tarea, si bien nace de una convicción muy personal, no puede desempeñarse individualistamente, sino sólo en íntima unión con la Iglesia fundada por Cristo, la cual hace posible el encuentro y la comunión con Él; por esto, el P. Maciel concibió la Legión de Cristo, el Movimiento Regnum Christi y sus apostolados como instrumentos al servicio de la Iglesia, del Papa y de los obispos y párrocos. Quienes viven este carisma insisten mucho «en el carácter apostólico de la vocación cristiana» porque, como el mandamiento de la caridad, también el mandato misionero de Jesucristo se dirige a todos sus discípulos y todos los bautizados que tienen un «compromiso de santidad y de evangelización» («Mi vida es Cristo», Madrid 2003, p. 154). De aquí, la importancia que el Regnum Christi ha dado al papel específico de los laicos, al lado del de los clérigos, en la realización de la misión de la Iglesia.
Al fundar y desarrollar obras al servicio de la Iglesia y de la sociedad, el P. Marcial Maciel siempre consideró a Dios el protagonista de las gracias que han recibido las miles de personas beneficiadas por lo que él y muchos sacerdotes y seglares cofundadores con él han hecho para realizar la Congregación de los Legionarios de Cristo y el Movimiento de apostolado Regnum Christi.

P. Marcial Maciel, L.C.

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